Durante varios años antes de la llegada de los europeos a las Indias,
los huracanes eran nombrados según la festividad más próxima después de que la
tormenta golpeara la región.
La práctica de dar nombres de personas fue introducida por Clement
Lindley Wragge, un meteorólogo australiano a finales del siglo XIX. Usaba
nombres femeninos, nombres de políticos que le disgustaban, o también nombres
de la historia y la mitología.
Antes de 1950, en Estados Unidos, los huracanes eran identificados por
medio de las latitudes y longitudes, pero este sistema era confuso cuando había
más de dos huracanes suscitándose uno cerca del otro.
De 1950 a 1953, se usaron nombres del Alfabeto Fonético Aeronáutico.
Después este sistema volvió a cambiar como respuesta a la necesidad de realizar
comunicaciones que no se relacionaran con barcos o aviones. La práctica de
nombrar sistemáticamente a las tormentas tropicales y huracanes fue iniciada
por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos. Más tarde esta tarea fue
llevada a cabo por la Organización Meteorológica Mundial.
Para seguir con la costumbre del idioma inglés, los nombres usados eran
exclusivamente femeninos. La primera tormenta del año era asignada con la letra
“A”, la segunda con la letra “B”, etc. Sin embargo, dado que estos fenómenos
naturales son básicamente destructivos, algunas personas consideraron esta práctica
como sexista.
La Organización Meteorológica Mundial respondió a esta protesta en 1979
con la introducción de nombres masculinos.
También ese mismo año se inicio la costumbre de preparar listas de
nombres antes del inicio de la temporada de huracanes.
Cada región tiene una dependencia diferente encargada de escoger los
nombres. Los nombres en la región atlántica, son usualmente de origen inglés,
francés o español.
Extraído de la Web
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