Día de la Patrona de la Argentina

Don Antonio Farías de Saá, portugués que vivía en el norte de nuestro país por 1630, quería tener una capilla en su casa y le encarga a un marino amigo que le trajera en uno de sus viajes una imagen. Su amigo trae dos desde Brasil y al llegar al puerto las cargan en una carreta.
Hicieron un alto para pasar la noche en la posta de Don Rosendo cerca de Luján. Al día siguiente al querer continuar el viaje, los bueyes no se movían, decidieron ir bajando cosas de la carreta para aliviar un poco a los animales. Aquí vino la sorpresa que cuando bajaban una de las dos cajitas, los animales se movían.
Deciden abrir la caja en cuestión y aparece una de las imágenes traídas desde Brasil, una estatuilla morena. Por supuesto que intentaron varias veces cargarla y siempre sucedía lo mismo y se dieron por vencidos ante esta señal que claramente demostraba que esa imagen ya había llegado a destino. Por estar cerca del Río Luján se llamó a esta virgen Nuestra Señora de Luján.
Pasaron los años y el puesto de Rosendo se iba abandonando, pero muchos fieles visitaban a la virgencita, una fue Doña Ana Matos, estanciera, que al ver esto pidió permiso a la curia y trasladó en 1671 a la virgen a su estancia que no estaba lejos y seguía recibiendo a quien la quisiera visitar.
Doña Ana fue conciente que cada vez más gente se acercaba y decidió donar parte de sus tierras para que se levantara una capilla donde todo feligrés pudiese acercarse. La humilde capilla se levanto en el mismo lugar que hoy la conocemos y la virgen fue acompañada siempre por el negrito Manuel, un esclavo que supo recibirla en la posta de Don Rosendo y nunca más se separó de ella.
La virgen recibía muchos pedidos de sus fieles y concedió favores, lo que permitió que el templo fuera más confortable, pero quien logró lo que hoy conocemos fue un sacerdote francés, que cuando iba a ser ejecutado por los aborígenes al creer estos que la peste había llegado a la aldea a través del sacerdote, uno de la tribu lo reconoce por haber sido este padre quien en una oportunidad lo ayudó estando él muy necesitado y lo defendió ante su gente y así recobró la libertad. El padre en su desesperación le había pedido a la virgen por su vida que si lo salvaba de la muerte construiría un gran templo y al producirse este milagro de lograr su liberación, empieza su peregrinar por el mundo para juntar fondos y cumplir la promesa. Es así que en 1890 empieza la obra de lo que sería la majestuosa basílica que hoy conocemos.
La imagen traída en el 1630 era de barro y con tantos años transcurridos, se le hizo un cuerpo de plata que la protege. Inicialmente era una imagen muy parecida a la virgen de la inmaculada, sin rayos, y con una simple túnica. De a poco fueron cambiando su aspecto, pero la que vemos en lo alto del altar de la basílica es la que llegó en la carreta. Cada 8 de mayo día en que se festeja el día de Nuestra Señora de Luján Patrona de la Argentina, se reparte entre todos los fieles que se acercan a la iglesia, estampas con un trocito de su vestido, esto solo es ese día y no se comercializa. Año a año se vive con gozo el día de la Patrona.

Esto me lo relató Miguel, quien tiene una santería y con total cordialidad me dispensó unas horas donde compartimos por supuesto esta y otras historias sobre la virgen.

¡Feliz Día Patrona de la Argentina!


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Comentarios

  1. Muy clara la historia. No la conocía y voy muy seguido a Luján��Amén

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